En las últimas dos décadas muchos ayuntamientos han privatizado la gestión de sus servicios de agua y saneamiento, muchas veces acompañado este proceso de un argumentario que defendía una mayor eficiencia en la gestión privada e incluso un ahorro para la administración. Sin embargo, esta idea ha sido desmentida muchas veces por la práctica y la realidad. "¿Por qué se privatiza? No se privatiza para tener un mejor servicio, se privatiza porque nuestros ayuntamientos, mal financiados y a veces mal gestionados, ven la oportunidad de venderle a una multinacional algo muy valioso: los clientes seguros de este monopolio natural", afirma Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS).


Luis Babiano, gerente de AEOPAS"Ese dinero que paga la multinacional en la mayor parte de los casos no fue destinado a mejorar la infraestructura de agua y saneamiento, sino que se dedicó a reducir la deuda municipal, a hacer rotondas o a cualquiera otro proyecto. Ese dinero que la empresa amortiza con sus beneficios a lo largo de 25 años y se gasta habitualmente en una sola legislatura. Por lo tanto, el servicio no sólo no mejora, sino todo lo contrario", explica. Además, añade Babiano, "la mayoría de las veces los pliegos de contratación elaborados por los ayuntamientos no favorecen esta mejora del servicio, sino que benefician a la empresa concesionaria. Porque cuanto menos le exijas al concesionario, mejor precio te va a ofrecer". "Todo esto desmonta un argumentario, un mantra que circula sin una correcta validación: que la iniciativa privada gestiona mejor que la pública. El debate no es entre público y privado. Hay que preguntarse por qué se privatiza, y los contratos no están hechos para que se gestione bien, sino para asegurar que se gane mucho dinero", destaca.