La trama delictiva de la empresa pública Acuamed llegó a planear echar ácido clorhídrico sin control al Ebro para ahorrarse costes en la depuración de las aguas del embalse de Flix, en Tarragona, y beneficiar así a la contratista, la firma FCC, a cambio de presuntos sobornos, según afirman los agentes dentro de la investigación que lleva a cabo el juez Eloy Velasco en la Audiencia Nacional.
0000 2fEn busca de contratos ficticios como coartada para desviar dinero público, Acuamed y la empresa proyectaron la apertura de un nuevo contrato, por 11 millones de euros, para limpiar el lugar, con un pH (grado de alcalinidad o acidez) fuera de control y del que ni siquiera se habían extraído todos los residuos pactados: aún quedaban, y aún quedan, 200.000 metros cúbicos de lodo contaminado en el cauce fluvial.
Es en ese momento cuando Pablo Martín Mira, el director de obra manifiesta en varias ocasiones, según los pinchazos de la Guardia Civil, su plan: echarle ácido clorhídrico a la balsa creada en el río en el amplio perímetro a limpiar.
El objetivo era evitarle gastos a FCC y facilitarle una vía rápida para maximizar su margen en esos 11 millones que estaban acordando, aun a costa de cometer un delito medioambiental. Por mucho que el veneno fuera vertido en una parte cerrada a la corriente del Ebro, echar ácido en grandes cantidades en el río podría ser constitutivo de delito contra el medio ambiente, como valoró la propia Guardia Civil.