El Ayuntamiento de Zaragoza fue renovando sus grandes contratas manteniendo un estricto criterio de continuidad y sin pensar ni plantearse nuevas alternativas que permitieran reducir costes sin perder calidad en la prestación de los correspondientes servicios (transporte público, limpieza, parques y jardines...). Se limitó a imponer a las empresas concesionarias, las mismas de siempre, una sustancial rebaja en el dinero que éstas habían de percibir. Fácil y sencillo. Había que apretarse el cinturón. Pero la cosa no está resultando ni fácil ni sencilla. Primero AUZ (la antigua Tuzsa) y ahora FCC han aplicado el mismo método para paliar el efecto del recorte: traspasarlo directamente a sus respectivos empleados. Así, la conflictividad estaba servida.
AUTOBUSES... Y AHORA JARDINES