Un día es en El Corte Inglés del Centro Comercial Independencia de Zaragoza, otro en el supermercado El Árbol en la calle San Jorge... Suele ser en torno a las 11.00 de la mañana y casi siempre los mismos productos: dos o tres kilos de «manzanas fuji» y «yogures desnatados con sabor a fresa» con la correspondiente bolsa de plástico reutilizable. El peticionario, según la documentación del Ayuntamiento de Zaragoza a la que ha tenido acceso este diario, es el propio alcalde y ex poderoso ministro socialista, Juan Alberto Belloch. Las facturas son pagadas por las arcas municipales con autorización del vicealcalde,Fernando Gimeno. Es una compra de en torno a ocho euros a la semana. «Es verdad y demuestra la austeridad del alcalde. No hay ningún gasto personal disparatado», confirma a este periódico el vicealcalde, que asegura que no hay nada que ocultar y que es «una broma» que se dé importancia este dispendio. En efecto los 300 euros anuales que pueden suponer la dieta gastronómica de Belloch no afecta al presupuesto anual de cerca de 650 millones que maneja el quinto municipio más importante de España. Pero, al no ser gastos de representación ni institucionales, sino personales y si la cifra es insignificante, ¿por qué no se paga sus manzanas como otros funcionarios?Según su declaración de bienes en el Senado, Belloch -alcalde de Zaragoza desde 2003- ha venido ganando 138.000 euros entre retribución fija y dietas. A esta cifra hay que añadir unas decenas de miles de euros de dietas e indemnizaciones como senador. Ha sido y sigue siendo uno de los alcaldes mejor pagados de España hasta la reciente limitación salarial impuesta por el Gobierno central de 100.000 euros anuales.Que con tal sueldo en estos tiempos de crisis pase gastos de su dieta será para algunos lectores una anécdota, pero no para otros. En todo caso, el gesto es ilustrativo de despreocupación por el dinero del contribuyente que puede significar cosas peores. Sobre todo, a la vista de que en el mismo 2011 en que Belloch degustaba ya las manzanas fuji a cargo al erario, la contabilidad municipal era una calamidad con un agujero de 362 millones, según el último año fiscalizado en un gravísimo y polémico informe de la Cámara de Cuentas de Aragón del que informó este diario el lunes.